El concepto de mercado implica un intercambio. Pero cuando el objeto que ofrecemos no es de consumo directo.
¿Qué intercambiamos?
Año 2010
Partiendo de un esbozo sobre un papel comienzo el mural “Con
fecha de caducidad”. Al principio la obra sigue una pauta marcada por unas
líneas blancas que realizo como guía, sin intención de restringir pero sí de
encaminar de alguna manera el trabajo para evitar el caos de otras experiencias
en obras comunitarias. Estas líneas reproducen por medio de una cuadrícula el
boceto que tantas pruebas ha requerido.
La gente ajetreada con sus tareas cotidianas se acerca al
mural y, sin entender muy bien lo que están viendo, se miran y preguntan: ¿Qué
es esto?, ¿Quién es este? ¿Por qué lo hace?... Pero nadie se decide a dar el
primer paso, no se atreven ni a coger un pincel. Mirando el esbozo de la pared
me pregunto: ¿Tiene sentido? En ese momento y gracias a los trazos infantiles comienza
la obra. Estos, pronto se ven acompañados por el dibujo de los adultos que
necesitaban de ese empujón para dejar la vergüenza a un lado y ponerse a
pintar.
Los niños trabajan la parte inferior del mural ávidamente y
sin freno; simplemente disfrutan con la creación. Contrario a este proceso la
parte superior, conquistada por la lógica de los adultos, no termina de
convencerme. Se plantean la gran duda: ¿Qué pintar? Motivado por la poca
evolución del mural doy unas pinceladas de referencia relacionadas con la
imagen del propio mercado. Esto hace que la gente se dedique a rellenar las
siluetas creadas.
Uno de los momentos decisivos llega cuando el mural se va
completando y cada vez hay menos espacio libre, la obra entra en una espiral
sin retorno, el mural cae en una especie de caos ordenado, la pintura no
termina de secar y se entremezclan trazos de colores, perdiendo presencia los
colores primarios en favor de los negros y marrones. Esto se acentúa en la
parte baja ya que los adultos respetan como todo buen graffitero urbano la ley
no escrita de respetar las marcas. En medio de este desorden, los más pequeños
llegan a pegarse por tener espacio para pintar y porque los demás no tapen sus dibujos.
Por un momento pienso que estoy perdiendo el control de la obra, permito que el caos siga su curso esperando que se reconduzca como un río desbordado. Lógicamente esto no ocurre y mi deformación profesional hace que repinte las zonas en plena anarquía con planos de color puro.
Entonces surge una reflexión para próximas obras: ¿Cuál sería
el futuro del mural sin mi intervención?
Por otro lado, la gente se anima por la posibilidad de
seguir pintando sobre los nuevos planos de color, terminando de esta manera el
primer día.
El segundo día comienza con las complicaciones de empezar a
pintar sobre una obra aparentemente terminada; nadie sabe dónde dar el primer
trazo, el inicio es aún más doloroso. Observan el mural pero nadie se decide y
como el primer día, tienen que ser los más valientes, los niños, quienes den el
brochazo de salida. El trabajo dura varias horas pero el momento de máxima creatividad
no dura más de una.
El resto de la mañana transcurre recreándose y repintando sobre
los primeros dibujos. Este buen momento creativo tiene su fin cuando alguien se
plantea lo que está haciendo. Esta duda se extiende frenando por completo el
mural y hace que me plantee si dar por finalizada la obra.
El tercer día comienza sin demasiada ilusión por mi parte y
creo que esto hace que el ánimo de trabajo sea bajo, parece que todos damos por
terminada la obra.
Nos dedicamos a repintar y domar los trazos sueltos de los
primeros días. ¿Quizás lo debería haber finalizado el segundo día? Me percato
del dibujo de un gato negro que está desde los inicios, nadie se ha atrevido a
taparlo y ha permanecido como un faro durante la tormenta.
Llega el momento más difícil: la despedida. Con grandes dudas
me decido a terminar lo comenzado y pinto de verde todo el mural.
Año 2017
Años más tarde todo el trabajo que fue capturado fotográficamente y ha estado oculto estos años surge a la luz
con esta composición, recuperando las fotografías más significativas respetando
la escala natural.
Actualmente y gracias al Ayuntamiento de Soria la obra se muestra en el nuevo mercado municipal de Soria.